Resulta refrescante ver como el septimo arte se acerca a otros artes más jóvenes aún para unir caminos, a través de algo llamado Machimina. Es decir, usuarios devotos de los videojuegos y del cine con un presupuesto que les da para apretar los botones de sus mandos/teclados, pero no para una cámara, foco, pértiga, caravana, limusina y alfombra roja.
Y de pronto la industría a la que no podían acceder accede a ellos y se apropia de su apropiación para repetir su viejo discurso y modos ante este nuevo publico (ahora creador). Vemos a un director tan solvente en su 7 como John Hillcoat, director de The Road, fallando en este 10. Lo que vemos a continuación parece más un animatic, un storyboard en movimiento, que una obra que desarrolle una narrativa y/o discurso a través de las características únicas del medio utilizado (que es el objetivo de todo arte que quiera ser considerado estéticamente autónomo).
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